¿Puede el estrés afectar mi alimentación?
Datos epidemiológicos: aumento progresivo en los índices de obesidad y sobrepeso.
Desde mucho antes de enfrentarnos a la pandemia del COVID-19, la humanidad ya se enfrentaba a la epidemia de la obesidad, una de las mayores amenazas para la salud pública del siglo XXI.
“La obesidad, medida con el índice de masa corporal (IMC), se asocia con una mayor mortalidad y después del tabaco, es la segunda causa de muerte prevenible en el mundo”. (Álvarez-Mon et al., 2020)
“En América Latina y el Caribe cerca de 360 millones de personas tienen sobrepeso y 140 millones son obesas”. (Araneda, Pinheiro, Rodríguez, 2019)
Esta situación no es ajena a Costa Rica, y de acuerdo a Jiménez (2019, parr. 5) “en menos de 60 años, Costa Rica pasó de tener una desnutrición superior al 50% a un índice de obesidad del 34%”
Este problema de obesidad no solo afecta a los adultos, y de acuerdo con Bermejo & Orozco (2016) “Durante los últimos 30 años, la prevalencia de sobrepeso y obesidad ha venido aumentando a nivel mundial. Hay alrededor de 170 millones de niños (<18 años) con sobrepeso y en algunos países esta cifra se ha triplicado desde los años 80″.
Además, es importante tomar en cuenta que, ya que los padres son el primer ejemplo para los niños, tener malos hábitos de alimentación tiene un impacto directo sobre los hábitos alimenticios del niño(a).
“Tener un padre obeso aumenta el riesgo de obesidad dos a tres veces, y hasta 15 veces si ambos padres son obesos”. (Bermejo & Orozco, 2016)
Según el Ministerio de Salud de Costa Rica (2020, parr. 1) el 21.1% de los adolescentes de Costa Rica tienen sobrepeso y el 9,8% obesidad, evidenciando que más de un 30% están sobre el índice de masa corporal adecuado.
Adicionalmente, en un estudio realizado en Costa Rica, se encontró que más de la cuarta parte (27,7%) de los hombres entrevistados que se perciben con “peso normal”, presentan sobrepeso u obesidad. (Padilla- Vargas et al., 2006)
Una sociedad que exige una figura delgada, pero que promueve un ambiente que favorece la obesidad.
Actualmente en nuestra sociedad, existen muchas cosas que podrían causarnos altos niveles de estrés: un trabajo demandante, una relación familiar o personal problemática, un proyecto, deudas, problemas de salud, etc.
Además, en el mercado alimenticio existe una gran variedad de productos con altos contenidos de grasas, sal y azúcares, así como colorantes, saborizantes, preservantes y otros tipos de aditivos.
Estos productos tienen un pobre aporte nutricional y un bajo costo, por lo que son accesibles para la mayoría de la población. Sin ser consciente al respecto, la población fácilmente tiende a elegir este tipo de productos en lugar de alimentos de mayor valor nutricional, como la comida preparada en casa.
¿Qué es el estrés y cuál es su función?
Imagina que vas caminando tranquilamente, y de pronto ves un perro que agresivamente va corriendo hacia a ti. Probablemente, sin pensarlo mucho, ya estarías corriendo a toda velocidad para salvarte o preparándote para luchar.
El estrés es un estado fisiológico que pone en alerta a todo el organismo. El estrés agudo prepara al individuo para la supervivencia, y se activa en situaciones de vida o muerte: aumenta la frecuencia cardíaca y el flujo sanguíneo hacia los músculos, dilata las pupilas, estimula la producción de glucosa, etc.
Sin embargo, ¿Qué pasa con el estrés que sentimos diariamente? El que es provocado por nuestras expectativas, nuestro trabajo o por nuestras relaciones. Aunque no son de vida o muerte, las situaciones de la vida moderna también activan nuestro sistema del estrés.
Respuesta del estrés
La respuesta del estrés es un proceso muy complejo que involucra múltiples componentes del Sistema Nervioso Central (SNC) y componentes periféricos.
Algunos componentes del SNC que están involucrados con el sistema del estrés son el puente, el hipotálamo, la médula oblongada y el locus cerúleo.
En palabras sencillas, cada vez que estos componentes del SNC se activan, son liberados mediadores químicos responsables de provocar los efectos. Entre ellos podemos mencionar la hormona liberadora de corticotropina (CRH), la cual se transforma luego a la hormona adrenocorticotropa (ACTH) y después a cortisol.
El cortisol regula algunas funciones vitales del organismo, como lo es la presión sanguínea, el metabolismo y el sistema inmunológico.
Además del cortisol, el sistema de recompensa y su neurotransmisor dopamina, así como opioides endógenos, también están implicados en la respuesta del estrés.
¿Cómo afecta el estrés nuestra alimentación?
En los humanos, el estrés puede afectar nuestra manera de alimentarnos en una de estas 2 formas: a) una disminución en la ingesta de alimentos y pérdida de peso; b) un aumento en la ingesta de alimentos.
Respecto a cómo el estrés modifica nuestro apetito y conducta alimentaria, se ha encontrado que cuando las personas se encuentran en períodos de estrés, con altos niveles plasmáticos de cortisol, tienden a elegir alimentos con una mayor densidad de calorías.
Además de modificar nuestro apetito, el estrés también puede modificar nuestro metabolismo. Se ha demostrado que altos niveles plasmáticos de cortisol en presencia de insulina, puede inhibir la movilización de lípidos y favorecer su acumulación en el tejido adiposo.
Conclusiones
El estrés parece jugar un papel importante en la alimentación, al modificar nuestros hábitos alimenticios y el metabolismo de lípidos.
Recomendaciones
Monitorea tus elecciones alimenticias, de esta manera podrás encontrar un espacio para analizar tus decisiones. Cuando estés más consciente de lo que comes, podrás elegir que comer y que no. Tendrás más control sobre tus hábitos alimenticios, y evitarás comer impulsivamente por situaciones estresantes.
La información aquí contenida no debe utilizarse durante ninguna emergencia médica, ni para el diagnóstico o tratamiento de alguna condición médica. Debe consultarse a un médico con licencia para el diagnóstico y tratamiento de todas y cada una de las condiciones médicas. En caso de una emergencia médica, llame al 911.
Referencias bibliográficas
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- Charmandari, E.; Tsigos, C.; Chrousos, G. (2005) Endocrinology of the stress response. Annual reviews phisiology. Vol. 67: 259-284.
- Leng, G.; Adan, R.A.; Belot, M.; Brunstrom, J.M.; De Graaf, K.; Dickson, S.L.; Hare, T.; Maier, S.; Menzies, J.; Preissl, H.; Reisch, L.A.; Rogers, P.J.; Smeets, P.A. (2016) Conference on “New technology in nutrition research and practice” Symposium 3: Novel strategies for behaviour changes. Proceedings of the Nutrition Society, Vol 76: 316-327.
- Padilla- Vargas, Gioconda, Roselló- Araya, Marlene, Guzmán Padilla, Sonia, & Aráuz Hernández, Ana Gladis. (2006). Percepción de la obesidad en adultos costarricenses. Acta Médica Costarricense, 48(3), 129-130. Retrieved January 04, 2021, from http://www.scielo.sa.cr/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0001-60022006000300007&lng=en&tlng=es.
- Jiménez, C.J. (26 de Abril, 2019) Costa Rica vive la peor epidemia de obesidad registrada en toda su historia. Jornada inaugural de la Escuela de Nutrición 2019. Recuperado de: https://www.ucr.ac.cr/noticias/2019/04/26/costa-rica-vive-la-peor-epidemia-de-obesidad-registrada-en-toda-su-historia.html
- Ministerio de Salud (2020) Más del 30% de los adolescentes de Costa Rica tienen sobrepeso u obesidad. Recuperado de: https://www.ministeriodesalud.go.cr/index.php/centro-de-prensa/noticias/741-noticias-2020/1537-mas-del-30-de-los-adolescentes-de-costa-rica-tienen-sobrepeso-u-obesidad
- Araneda, J.; Pinheiro, A.C.; Rodríguez, L. (2020) Una mirada actualizada sobre los ambientes alimentarios y obesidad. Revista Chilena de salud pública, Vol 24(1): 67-71.
- M.A. Álvarez-Mon.; J. Gargallo Vaamonde.; A. Biel.; M. Llavero-Valero. (2020) Actualización clínica de la obesidad y el sobrepeso. Medicine – Programa de Formación Médica Continuada Acreditado. Vol. 13(14): 777-786.
- Bermejo, S.A.; Orozco, S.F. (2016) Obesidad infantil, nuevo reto mundial de malnutrición en la actualidad. Universidad libre seccional Barranquilla (Postgrado de pediatría).